Hombres,  Lucia Puenzo 2018

Cuando conocí a Laura, hace más de veinte años, éramos apenas unos años mayores que esas chicas que ella iba a empezar a retratar un tiempo después, concentrándose en la transición de la infancia a la adultez. Ella estaba recién llegada a Buenos Aires y casi de inmediato, mientras estudiábamos cine, empezó a retratar niñas perdidas en la ciudad, en la naturaleza y en interiores antiguos.

Sus fotos eran cuentos de hadas: siniestros, delicados y dulces. Tan inocentes como sexuales. Pura contradicción… igual que Laura, que aún tiene esa mezcla encantadora entre inocencia y reviente.

Un tiempo después empezó a viajar por Asia por períodos cada vez más largos. Todavía magnetizada por el mundo femenino, retrató adolescentes (mágicas) en Beijing, que después publicó en un libro. Pero ya empezaba a detenerse en otros mundos: en una serie de retratos de artistas chinos en la intimidad de sus talleres, los primeros hombres lograron colarse en la obra de Laura.

Fue recién este año, ahora que los ojos del mundo parecen estar mirando a las mujeres, que Laura apuntó su lente hacia los hombres. A partir de su incursión en las redes sociales para citas, puso el foco en la construcción de la identidad masculina: frente a una colección de hombres practicando deportes extremos, posando delante de la torre Eiffel, exhibiendo sus armas, sus autos y sus músculos, decidió retratarlos sacudiendo los estereotipos de la masculinidad.

Y ahí están… ¡mírenlos!

Uñas y ojos pintados, encajes, tacos, carteritas, anteojos de marco rosa, collares de esmeralda… puro desparpajo, sexo y humor de la mano del vestuario de Laura Cacherosky, otra irreverente compañera de nuestros años de formación que ya en ese entonces sacudía nuestros primeros cortometrajes.

El resultado dinamita el discurso hegemónico de lo que es un hombre. Pero no se confundan: no son hombres travestidos. Es más bien el alma femenina de todos esos hombres que se permite salir a jugar, ahora que nos animamos a pensar un mundo que no sea binario.

 

Men, Lucía Puenzo 2018

When I met Laura, over 20 years ago, we were barely older than the girls she would later portray focusing on the transition from childhood to adulthood. She had just arrived to Buenos Aires and while we studied filmmaking she portrayed girls who were lost in the city, in the nature or in antique settings. Her pictures were fairy tales: uncanny, delicate and sweet. Both innocent and sexual. Pure contradiction… like Laura who still has that charming mix of trashy innocence.

As she travelled across Asia for longer and longer periods, still magnetized by the female world, she portrayed (magical) teenagers in Beijing and published a book. But she was already digging other worlds: it was in a series of portraits of Chinese artists in their workshops that men first made it into Laura’s work.

This year, when the eyes of the world seem to be looking at women, Laura aimed at men. After making incursions into dating apps she focused on masculine identity building. Given the collection of men practising extreme sports, posing by the Eiffel tower, showing guns, cars or muscles, she decided to portray them in a way that would shake masculine stereotypes up.

And there they are… look at them!

Polished nails and made-up eyes, laces, heels, handbags, pink sunglasses, emerald necklaces … pure nonchalance, sex and humour fuelled by Laura Cacherosky’s costumes, another irreverent comrade from our training years that already rocked our first short films back in the day.

The result blows up the hegemonic narrative around what a man is. But do not be confused: these are not cross-dressers. It is rather the feminine soul of all those men who are allowed to go out and play now that we are encouraged to think of a world that is not binary.

Sobre La hora azul (Songzhuang) Lara Mármor 2016

Son cincuenta carriles paralelos y los autos avanzan a paso de hombre por la autopista que conduce al centro de Beijing. El viaje se hace largo por el tránsito y más lento aún por el afanoso intercambio de ideas entre los compañeros de ruta, que entre ellos no hablan español ni chino, tampoco inglés.

A pocos kilómetros de la ciudad suena un pitido y cae un mensaje al teléfono. Se aquietan súbitamente las miradas y los gestos que hasta segundos guiaban la conversación. Las muecas y las palabras quedan atrás en el camino.

Pocos días después de este paseo, vuelve a sonar el celular con una nueva noticia, un rato después de este episodio Laura agarra una bicicleta y por una calle de tierra llega a un mercado inmenso, multitudinario y bullicioso.

Micro montañas de distintas pastas densas y gelatinosas, hilos de algún tipo de fibra vegetal, perlas redondas y ovales, migajas que podrían ser granos de sal, un recorte de papel y una piedra que se parece a un cereal acaramelado. Sobre un fondo blanco y gélido se revelan de forma extraña pedacitos de cosas que cuesta entender qué son. Laura captura lo insignificante y dice: busco ingredientes que me ayuden a darle forma al momento cosmogónico en el que todo está por empezar pero aún está terminando.

Son pequeñísimas porciones de materia congeladas en el tiempo. Son paisajes que funcionan como vanitas, pero a diferencia de los lúgubres bodegones barrocos, los elementos en las fotografías de Laura parecen cobrar vida y conviven en una parsimoniosa combinación de verdes, rosas y blancos, los colores de la paleta del loto, la flor sagrada que puede germinar cada trescientos años y hasta nacer del mismo barro.

About The blue Hour (Songzhuang) Lara Mármor 2016

There are fifty parallel lanes and the cars move at a snail’s pace in a highway that leads to downtown Beijing. The trip feels long because of the traffic but even longer because of the dedicated exchange of ideas of the fellow travellers who do not share a common language.

Still a few kilometres away from the city a phone beeps with an incoming message. Suddenly the glances and gestures that guided the conversation stop. Words and faces are left behind on the road.

Some days after that trip the phone rings again with news. A few minutes later Laura grabs the bike, takes a dirt road and goes to a huge, bustling crowded market.

Micro mountains of dense jellied dough, strings of some kind of vegetal fibre, round and oval pearls, crumbles that could also be grains of salt, a paper cut-out and a rock that looks like caramelized cereal. Over a gelid white background small pieces of things that are hard to define reveal themselves in strange ways. Laura captures insignificant things and says: I am looking for ingredients that help me shape that cosmogonic moment when everything is about to start but it is still ending.

They are tiny portions of matter frozen in time. They are landscapes that work as vanitas but unlike the gloomy baroque taverns, the elements in Laura’s photographs seem to come to life and live together in torpid combination with greens, pinks and whites. It is the lotto palette, the sacred flower that blooms every 300 years from the same mud.

Sobre Chicas Lucrecia Ojeda, 2016

Paisaje que anda:
Aventuraríamos decir que la obra de Laura inicia en su infancia. Su mirada guarda el recuerdo del extrañamiento en carne propia: de la inmensidad inalcanzable al límite próximo, obligado; de la calma a la vorágine, de la contemplación a la turbulencia. De ida y de-vuelta.
Aparece en su obra la profundidad de lo que se presenta ante los ojos de quien viaja y observa pero no puede ya seguir inmune porque algo lo captura en ese andar, como a quien lo detiene un presagio.
Como un silencio minado de ruidos de engranajes que mueven la noria en la que ya fuimos subidos sin alcanzar a percibirlo.
Como la falaz sobriedad en la pose de una chica detenida, imperturbable, silenciosa como si no rugiera nada dentro.
Como si no hubiera universos en implosión contenidos, sosegados por la escena para el espectador.
En estos retratos de lo incierto anida un todo por venir. Y la tensión por coexistir con lo que ya llegó. Como un trompo en movimiento arrojado al infinito, en un instante previo a detenerse, que no sabemos cuánto puede durar.
Mujeres niñas, o niñas deviniendo mujer, retratadas por una mujer, que fue niña.
Mujeres, todas, que respiran, que sienten, que vibran, que ven. Aún debajo de un artificioso silencio, cuidadosamente elaborado, que entrampa al que ve.

About girls Lucrecia Ojeda, 2016

A moving landscape:
We could venture that Laura’s work begins in her childhood. Her look hangs on to her own memory of estrangement: from unreachable immensity to the close limits, from calm to confusion, from contemplation to turbulence. It goes and re-turns.

Her work shows the deepness of things that reveal to the eyes of the traveller that observes but can no longer be immune. Laura is captured in her journey like if she was held by an omen.

Like the silence mined with gear noises from a big wheel we have entered without knowing.
Like the deceitful sobriety in the pose of still girls, composed and silent like if there was no roaring inside.
Like if there were no contained imploding universes soothed by the mise en scène for the viewers in these portraits uncertainty nests in things to come. The tension to coexist with what is there expands like a spinning top tossed out to infinity. It is the instant before stopping and we don’t know how long it may last.
These are women who are still girls or girls becoming women photographed by a woman who was once a girl.
These are women who breathe, feel, quiver, and see beneath the contrived carefully-elaborated silence that tricks the viewer.

Sobre Nenas/ About little girls Gabriela Francone, 2011

Laura Ortego nació en la Patagonia. La de horizontes dilatados y vientos implacables. Vivió hasta los 18 años en Comodoro Rivadavia.
Apenas a unos minutos del centro, el infinito.
El todo y la nada fueron paisajes cotidianos en su infancia. La atracción y el abismo de lo ilimitado.
Recorremos en sus fotos paisajes reales e imaginados. El registro, el recuerdo y el sueño.
Pero no es la llanura o la meseta de Comodoro lo que reaparece una y otra vez en esta serie, sino el bosque. El espacio ominoso de la fábula infantil. El escenario del extrañamiento y el ritual.
Un ligero temblor sacude la superficie serena de la foto, su belleza tensa.
Algo nos incomoda, nos sorprende, en las fotos de estas niñas.
¿Qué las aflige?
¿Qué les quitaron?
Desposeídas de algo inasible las niñas de Laura Ortego hacen que nos preguntemos por el instante en que algo echa a andar el mecanismo que ensombrece el alma del niño.
¿Cómo se presentará la conciencia del dolor, del absurdo? ¿Las tomará por sorpresa en un sueño, y como un latigazo las dejará sin aliento?
¿Arderán por un momento sus almas? ¿Harán ruido como el papel de seda cuando se arruga?
Después, ya nada será igual.
¿Como se vería nuestro rostro ese día en una foto? ¿Vacilarían nuestros pies pequeños?
¿Cuántas veces, ya adultos, volvemos a ser el niño asustado en el bosque y nos visitan fantasmas olvidados?… Ahora que ya lo sabemos, el monstruo acecha.
Imaginamos que esta niña vestida de blanco rodeada de árboles espectrales mira la luna que tiñe de sombras el cielo quieto…
“qué más da”, parece susurrarnos, “juguemos … mientras el lobo no está”.

Laura Ortego was born in the Argentinean Patagonia, among expanded horizons and relentless winds. She lived in Comodoro Rivadavia until she was 18.
The infinite was looming a few minutes off the city center.
Whole and Nothingness were daily landscapes in her childhood. The attraction and the abyss of the limitless.
In her pictures we experience real and imagined landscapes. The record, the remembrance and the dream.
It is not the plain or the plateau of Comodoro which appears once and again in her series, but the forest. The ominous space of the infantile fable. The scene of estrangement and ritual.
A slight tremor shakes the calm surface of the photo, its tense beauty.
Something makes us uncomfortable, amazes us in the pictures of those girls.
What makes them feel sad?
What has been taken from them?
Laura Ortego´s destitute girls make us ask about the moment in which something starts the mechanism that darkens the children´s soul.
How will the awareness of pain present itself? And the awareness of the absurd? Will they take them by surprise in a dream, leaving them breathless, like a lash?
Will their souls burn for a moment? Will they make noise like silk paper when being crumpled?
Then, nothing will be the same.
How would our face look like in a picture that day? Would our small feet stagger?
How many times, as grown-ups, we become that scared child in the forest, visited again by forgotten ghosts? … Now that we know, the monster lies ahead of us.
We imagine that this girl dressed in white, surrounded by spectral trees, is watching the moon that dyes the quiet sky with shades…
“What does it matter?” seems to whisper in our ears, “Let´s play… while the wolf is away”.

Laura Ortego出生於一望无际,风声萧萧的阿根廷巴塔哥尼亚,直到18岁她都住在里瓦达维亚海军准将城。她的童年风景是一整片的空旷,充满著无限的吸引力及深渊。
她的作品体验出真实和想象的风景,包含著记录,回忆和梦想。可画面中被重覆的并不是矿野或巴塔哥尼亚高原,而是森林。是那婴儿期遗下的寓言,是那隔阂的空间和仪式的现场。
平静的画面及照片中紧张的美被轻微的震颤摇动著, 这些女孩的照片中有某种让人不安及惊讶的东西, 到底是什么让她们感到难过?她们被夺去了什麼?
Laura Ortego的女孩让我们疑问是什麼让孩子们的心灵开始变的黑暗?而疼痛和荒谬将会如何展示?会在她们梦中像鞭子一样出现,让她们措手不及吗?会烧伤她们的灵魂吗?她们会不会发出像纸张被揉皱般的声音? 然后,一切都和以前不一样了。那天的我们看来会如何?会小脚蹒跚吗?
成年后,我们多常再次成为了在森林里受惊吓的孩子,被遗忘的鬼又多久访问一次?特别是现在,我们知道怪物就在前方等著

Sobre Juego de living,  por Florencia Cillo 2006

Dice Gastón Bachelard: “Los espacios que amamos no quieren quedarse encerrados siempre. Se despliegan, se transportan fácilmente a otra parte, a otros tiempos, en planos diferentes de sueños y recuerdos”.

Sobre la idea de que el paisaje es una construcción, un recorte, un añadido, podemos entender que éste se constituye como tal por su condición vincular y solidario con el estado subjetivo su observador.

Laura Ortego fotografía siete objetos de su herencia familiar en inmensos desiertos grises del lugar donde nació y se crió. Al poner en tensión la escala natural, esos objetos -que en la vida cotidiana caben en una mano- se transforman en sus fotos en monumentos, construcciones monolíticas, paisajes abandonados, desolados, recuerdos de otro tiempo.